Nicolás Maduro Moros ganó la elección presidencial de 14
de abril con casí un amargo sabor a derrota. Su mínimo margen de superación
llevó a duras preguntas, si la decisión de Hugo Chávez de nombrarlo como su
sucesor era una evidente equivocación. Los Chavistas estaban a la defensiva,
desconcertados por su pésima cosecha de votos y temerosos que el fin de la
revolución estuviera a la vista.
En ese momento preciso, el candidato de la oposición
Capriles Radonski, vino con su gallardía a rescatar los chavistas con su
afirmación que la elección fue robada y Maduro era un presidente ilegitimo.
Capriles ordenó a sus partidarios salir a las calles sin ningún disfraz a
desatar la violencia (“salgan y descarguen su arrechera“ afirmo el opositor
Capriles). Once chavistas fueron asesinados y mucho más heridos entre 15 y 16
de abril además de que ambulatorios, oficinas del Partido Socialista Unido de
Venezuela y almacenes del estado fueron incendiados. Radonski llamó a un
cacerolazo y una marcha al centro de Caracas al 17 de abril, justo casi a las
mismas horas del golpe de abril 2002. El gran capital estaba contemplando
sumarse a una huelga general pero se echó para atrás cuando la apasionada
Blanca Eekhout, segunda vicepresidenta de la Asamblea Nacional, advirtió que las
empresas en paro serían ocupadas por los obreros y la asociación de bancos
privados, si coqueteaban con un golpe, los nacionalizarían..
Los chavistas vieron un tráiler escalofriante de lo que
hubiese pasado si la oposición hubiera ganado el poder. Su liderazgo entendió
el juego de la oposición de provocar una guerra fratricida como un preludio de
sanciones por parte de los Estados Unidos y de España y luego una intervención
militar y evitó un contraataque pero Maduro lanzó un desafío a la oposición que
su marcha no sería permitida para llegar al centro de Caracas. Radonski reculó
y en ese momento los chavistas una vez más reconquistaron la iniciativa.
En sus primeros cien días (22 de abril), el primer
presidente chavista se ha mantenido firme y ha hecho retroceder a la oposición,
dentro y afuera del país. La oposición se ha desinflado: si ellos pidieron
cacerolazo, los chavistas respondieron con música a todo volumen, con fuegos
artificiales y consignas de amor. La fuerza armada se mantuvo leal al gobierno
legitimo y a la unidad de los movimientos y partidos de la revolución que hasta
hoy continúan intactos. Maduro ha dejado claro, bien claro, que él no es ningún
pelele pero Capriles, hasta poco una figura amenazadora, ahora con un profundo
parecido a Don Corleone armado con un bate plástico de béisbol, suplicando a la
Iglesia Católica efectuar un diálogo con el gobierno que él mismo no reconoce.
Frustrada internamente la oposición, intentó
internacionalizar su campaña para deslegitimar el gobierno con sus primeros
paradas obligadas en Colombia, España y EE. UU. Al recibir a Capriles en
Bogotá, el presidente Santos quizás fue inconsciente de como reaccionaría
Maduro. Caracas respondió con una virulencia inesperada y congeló la
reconciliación con su vecino. Colombia, con su soberbia militar y confiada
sobre su influencia en Washington, no está acostumbrada a recibir regaños desde
Venezuela, pero también es innegable que este pais es uno de sus principales
mercados y su perdida pudiera ser devastadora para su economía. Cuando Santos
gruñó que todo era un malentendido, los otros gobiernos del continente lavaron
sus manos de Radonski. Ahora Santos ha enviado un emisario a Caracas pidiendo
un dialogo entre los presidentes.
Después de que Maduro públicamente reprochó al canciller
de España por su sugerencia que el Presidente debería conciliarse con la
oposición, salió rápidamente reconociendo el gobierno de Venezuela. La Unasur,
la agrupación regional de los países de América Latina, salió en defensa de
Caracas. Los Estados Unidos está negociando con Venezuela aunque el caso
Snowden por seguro tendrá su efecto. Por ahora, ninguno de los amigos de la
oposición en el continente, menos los medios privados de comunicación, van a
respaldarlos. El sueño de un gran giro internacional se ha hecho un fracaso
anunciado.
Si, parecida a una cucaracha con sola una antena, la
oposición está husmeando, tener una oportunidad en la escasez inducida de
comida, la alta taza de inflación, los
apagones y el crimen descontrolado en el país. El objetivo es hacer imposible
que Maduro pueda gobernar y echar leña a desafección publica para que los
ciudadanos participen en huelgas sectoriales y luego en una revolución de color
(presuntamente no rojo) o lograr un voto de castigo suficiente para anular la
estrecha mayoría chavista en una elección en el futuro. El gobierno de Maduro
ha abordado cada uno de estos asuntos – pero sobre todo en la criminalidad –
con suficiente fuerza y algo de éxito para convencer la ciudadanía de que él
esta enfocado en su trabajo. La gran innovación de Maduro ha sido su “gobierno
de calle” en el cual su gobierno va a
los estados, interactuando con las administraciones y comunidades locales para
abordar problemas específicos.
Esta popularidad está reflejada en los números del grupo
de investigación GIS XXl que suele dar los resultados más confiable: 62% de los
Venezolanos tienen una valoración positiva sobre la iniciativa y menos que un
tercio tiene una impresión negativa de los esfuerzos del gobierno o los de Maduro;
solo 22% piensa que la oposición va en buen camino y 26% piensa que Capriles
tiene liderazgo; 46% tiene una impresión negativa sobre él y 48% reacciona
negativamente sobre la oposición, demostrando que la oposición está
retrocediendo a nivel de antes de la elección presidencial de octubre 2012 la
que Chávez ganó con 11%, aunque los resultados reales para las elecciones
futuras, quizás no sean tan amplios.
En abril de este año, Maduro surgió de las sombras como el
ayudante más confiable de Chávez, con casi ningún perfil, ni aceptación
publico, para manejar una campaña electoral que duró solo 10 días y que casi
perdió. En este rato, Maduro ha calmado las ansiedades de los chavistas y ha
emergido como más astuto que la misma oposición. Esta en desarrollo de su
propio estilo y liderazgo. Pero, aunque ha ganado las primeras escaramuzas, le
esperan pruebas más difíciles a finales de este año en los comicios por las
alcaldías, cuando saldrá a la luz si aquellos quienes renunciaron el chavismo
volverán a su fila. También vendrá una
resistencia feroz alrededor de la ofensiva contra la especulación y hasta habrá
la posibilidad de una guerra económica total sincronizada a los comicios del 8
de diciembre. Claro que sí, Maduro ha
empezado con un sprint pero tendrá que recorrer a toda velocidad, tanto como
meter a sus enemigos en un corral y asegurarse de que ellos no lo den una
puñalada por la espalda.
*Agredecido al amigo y chavista incansable de Caracas,
Tonnys Uzcategui Alvarez, para revisar mi articulo
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